0:5 Rosa: ¡Holaaaaaaa!
Adela: ¡Hola, qué ganas tenía de verte!
Rosa: Yo también. Hace mucho tiempo que no nos vemos.
Adela: ¿Ha sido largo el viaje?
Rosa: Sí, estoy muy cansada.
Adela: ¿Cuantas horas llevas viajando?
Rosa: Seis horas.
Adela: ¿El tren era cómodo?.
Rosa: No, no era nada cómodo. Mi asiento estaba roto y me dolía un poco la espalda.
Adela: La próxima vez que vengas a verme debes coger un avión, creo que es más cómodo.
Rosa: Sí, pero me da miedo viajar en avión. No me gusta la altura.
Adela: ¡Qué pena!, el verano que viene había pensado que podíamos hacer un viaje por todo el mundo.
Rosa: Lo siento, pero creo que no es buena idea.
Adela: ¿Has conocido a alguien interesante en el tren?
Rosa: Sí, he conocido a un escritor joven. Se dedicaba a escribir novelas.
Adela: ¿Qué clases de novela?
Rosa: Novelas de amor, y ahora estaba escribiendo una sobre un rey y una campesina.
Adela: ¿Sabes si sus novelas se venden?
Rosa: No, me dijo que con las novelas que vendía no podía vivir, pero que escribir era su pasión.
Adela: ¿Tienes ganas de ver a Pedro?
Rosa: Muchas ganas, espero que no se haya olvidado de mí.
Adela: No, no se ha olvidado, me ha preguntado varias veces por tí.
Rosa: Pues, iré a verle ahora mismo.
Adela: ¿Te acuerdas de dónde vive?
Rosa: Sí, recuerda que aunque ha pasado mucho tiempo, yo he nacido aquí.
Adela: Bueno, Rosa si vas a verle, te espero en casa.
Rosa: Vale, hasta luego y gracias por recogerme en la estación.