0:5 Susana: Hola. ¿Eres Marta?
Marta: Sí, soy yo. ¿Y tú quién eres?
Susana: ¿No te acuerdas de mí?
Marta: No, Lo siento.
Susana: Yo era tu compañera de clase en la escuela.
Marta: ¡Ah, Susana ya te recuerdo, no te había reconocido, estás muy cambiada!.
Susana: ¿Cómo estás?
Marta: Estoy bien, hace poco que me he casado y soy muy feliz.
Susana: Me alegro mucho de que todo te vaya bien.
Marta: ¿Y tú como estás?
Susana: Yo también estoy bien. Hace dos años monté mi propio negocio y por ahora todo va sobre ruedas.
Marta: ¿Que clase de negocio?
Susana: Un restaurante de comida italiana.
Marta: ¡Que divertido!. ¿Tienes muchos clientes?.
Susana: Entre semana no muchos, pero no me puedo quejar, los fines de semana está lleno.
Marta: ¿Dónde está tu restaurante?.
Susana En el centro de la ciudad.
Marta: Algún día iré con mi marido, nunca he probado la comida italiana.
Susana: Pues, me encantaría que vinieras y así me presentas a tu marido.
Marta: Tú ya conoces a mi marido.
Susana: ¿Sí?
Marta: ¿Te acuerdas de ese chico que siempre venía a esperarme a la salida de clase?
Susana: Sí, creo recordar que era un chico alto, moreno, que siempre venía en bicicleta.
Marta : Si, ese es ahora mi marido.
Susana: ¿Quién iba a imaginar que te casarías con él?. Tú siempre estabas rechazándole.
Marta: No es cierto, lo que pasaba es que mis padres no me permitían tener novio tan pequeña.
Susana: Me alegro mucho de haberte visto.
Marta: Yo también, me has traído recuerdos de mi juventud.
Susana: ¡Espero verte pronto por mi restaurante!.
Marta: ¡Trato hecho!.